Si siempre mi mano estuviera escribiendo,
con el tiempo mi alma sería inmortal,
aunque de mi pulso escupiera un signo
y otro signo sin juicio y banal.
Mi mano puede escribir:
\"Ni jai emberejamiento,
ni jai gozanturanaida,
ireme entutumancaso,
ja pen saratilaida
contai dedesc onfortotato
ju, trangüik anaf uriada.\"
También puede mi mano escribir:
\"La flor más bonita en la selva nació,
pronto una abeja de su aroma se enamoró,
el sol envidioso sus alas quemó,
pero la flor de tanta tristeza sus pétalos cerró.
El río al saberlo al sol reclamó,
por ser envidioso su amistad perdió,
el sol con los días mejor lo pensó,
y para sentirse mejor a la abeja curó.\"
... pero en el fondo no sentir nada.
Paulina Dix