Danzarán las festivas mariposas
en el hado nacarino de tu tez
Y en el zumbido de sus alas presurosas
dibujaré nuestros nombres otra vez.
Beberé en los mares de tus ojos
el néctar cristalino de embriaguez,
y en las hondas de sus lenguas fabulosas
mis besos viajarán con su avidez.
Hallaré en el preludio de tus labios
el rojo capullo de su ser,
y en tu boca de oníricos sonidos...
¡El alma que se siente renacer!