YanaY

UNO

Mis manos tiemblan mientras presiono cada letra del viejo teclado, las nubes se esponjan atentas a mis pecados, como si estuvieran a punto de salpicarme con agua bendita mientras mi ojo derecho brinca de su orbita a causa de los nervios.

 

Nadie sospecha de nuestro secreto, del sabor que desprendia tu piel antes de nuestro adiós. Aun conservo el amuleto que me diste, ese mismo que tatúe en la piel de ambos en señal de pacto, como un juramento.

 

Quisiera tenerte aquí a mi lado, besando mis dedos como un crucifijo, bebiendo mi aliento como jugo de uva, pero desde tu partida se vaciaron las botellas y fallecieron los canarios. No hay señal de un reencuentro, no hay señal de vida...de ti...

 

En la radio se escucha tu canción favorita, o por lo menos eso me dijiste esta mañana, viajar a tu lado en el tren era tan placentero, casi como el paraiso. Esto te pertenece, mi amor, mi vida, mi muerte.

 

Tan solo deseo que cuando leas esto sonrías, que sepas que te amo, que el sabor de tus labios me penetra como pimienta desde el día que los arranque de tu rostro a mordidas, ¿lo recuerdas?, no, no lo recuerdas...a veces eres un tanto egoísta con tu tiempo y espacio, pero yo si lo recuerdo mi amor, incapaz de gritar pues estabas ahogado en pasión, aun recuerdo tu mirada de deseo que seguía el recorrido de mi mano nerviosa, de mi navaja en tu cuello.

 

Este es mi juramento de amor eterno por ti...bienvenido sea el cañon en mi boca, como tu lengua al ahogarte en mis besos.  TE AMO.

 

(bang)