Si acudes a mi mirada en la noche
descubrirás en un cristal refulgente:
sonrisas de marismas en mareas bajas.
Mis ojos son dos gaviotas en la orilla
de una sien de arena y caracolas;
hablan de rojos núcleos,
del tuyo, del mar, de la luna...
Charlan , sin temor, del gran canal...
Si congregas a mi retina en el ocaso
te invitaran a cielos rosas, malvas
donde volar suelto por trinos de misterios.
Mis ojos son el inicio de esa gota de agua
que salpica rostros de otros anexos
Para refrescar alientos en tierras resecas.
-¡No huyas de este ojear!
Quiero curar tu herida
Con mi sal y otras lágrimas.
Antonia Ceada Acevedo