De pequeña supe leer le, sentado
al borde de su pequeño lecho,
cuentos de Hadas, de Príncipes,
de sapos hechizados, y hasta de
Brujas, entre risas, cosquillas y
sustos.
Adoleció luego, como todos, Ella
fue creciendo, yo a la par siempre
leyendo, a la vera de su ventana,
lo que Federico, Idea y Juana,
parecía que hubieran escrito para
mimar su alma.
Mujer ya es ahora, Mujer así tan
bella mis ojos en Ella se regodean.
Hadas y Poetas dejamos fuera, ahora
le dejo mis deseos estampados en su
cuerpo, invento pasiones nuevas y
en sus sábanas las calmamos.
Cuentistas y Poetas, ruborizados,
a un lado miran, tanto amor tanta
pasión no hubieran imaginado.
Y pensar que todo tuvo inicio con ...
Había una vez ...