“Si acaso copias
Mi opaca poesía,
Ponle colores”
Píntale grafitis en sus paredes grises,
remienda sus fisuras,
adórnale con una estrella
robada al negro cielo,
o con un destello de luna
caído en el estanque.
Despliega entre sus letras
las sombras de los bosques,
la canción del ermitaño,
un rugido de mar,
una brisa entre trigales.
Acércale la sonrisita de un niño,
el arrullo de una madre,
el bullicio de las colegialas,
las campanas de las ocho.
Vístela con nieblas de la noche,
con la luz mortecina de un farol solitario,
con pasos que se escapan
por el empedrado viejo de la calle desierta.
Haz que brote de ella una mañana
con sus azul-naranjas,
con sus trinos desnudos,
con la esperanza nueva.
Enséñale los dulces territorios del amor,
borradas las fronteras,
anulados los prejuicios
en el sueño del beso y la caricia.
Déjale tu alma en los vocablos,
tu alforja de emociones,
tus suspiros y tu llanto,
tu tristeza y alegría,
tus recuerdos… y tanto más.
Bebe con ella un sorbo de café
y, simplemente,
embellece sus alas
y enséñale a volar.
Cuando tu quehacer culmine
te darás cuenta que si,
puedes hacerlo,
sin copiar el verso ajeno.
Valórate.
Convéncete que puedes.
Derechos reservados por Ruben Maldonado