Para no morir
intenté ser la frescura de un bosque
con fantasmas de pájaros en nidos de amores.
Para no morir
enterré los recuerdos de mieles salobres
en mi osamenta sin piel,
levanté la hojarasca del tiempo
y por las noches penetré en la mansedumbre
silenciosa de los astros inmóviles.
Para no morir
enfrenté a la vida que pasaba sutil
sin advertirla en su roce
con llantos dibujados con goces.
Para no morir
robé la luz de una estrella
y mi opacidad olió a esencia
de plenitud humana.
Me infiltré entre la muchedumbre de metáforas
y un poema deshojó mi alma.
Para no morir
me aferré a una ilusión y la llamé imposible.