Las golondrinas azules
La contrapuesta luz tan ínfima
de las luciérnagas flotando en medio
de la paciente aparición
de las negruras de la noche
hacían transitar los tiempos a ritmos propios
prolongando los tictac de los puntero del reloj
que no querían apresurar su paso
para no romper el hechizo del espejo de plata
del río que parecía aquietar la carrera de sus aguas
para hacer mas lentas las imágenes envolventes
de las golondrinas volando
y jugando sobre el plateado líquido.
Rehacer esas imágenes y movilizar otras
en medio del silencio de la noche
constituían sendas que acortaban los desvelos
y validaban noche tras noche las señales
para emprender los propios vuelos
imitando las simas y cimas
de tantas y tantas golondrinas azules
que me enseñaron a volar sin tener alas
rompiendo hechizos y repitiendo los pasos
hasta hacerlos propios y sentirme dueño
de un camino abierto
caminado siempre con el entusiasmo
de explorar lo nuevo.