A veces quisiera encontrar un alma vibrante y tan sutil como la mía; que pueda sin temor a la deriva, componer conmigo una potente melodía.
Quisiera un ente brillante en una estela de personas futiles;
a quien la perplejidad no le sea su sustento y la cumbre de su éxtasis sea la complejidad en su apogeo.
A veces quisiera que el carmín del alba desbordara por la piel de quien su destino es ser inmolado; y que ahí estuvieras a mi lado disfrutando los apoteósicos suspiros vehementes alarantes.
Quisiera disfrutar la ambrosía de los dioses, tras los salpicados alientos de vida errantes; placer inaudito exclusivo de a quienes los seres supremos nos han dotado de magia pura y sagaz.
Deseo tanto encontrarte, que justo cuando te halle, desearás no haberlo hecho; porque beberás de mí y yo de tí y un lazo invisible nos unirá eternamente para saciarnos hasta desencadenar los torrentes pasionales inmaculados.
Pero, ¿qué es la belleza si no existe quién la admire? ¿Qué hace un pintor sin un lienzo o un músico sin melodía?
¿Qué hago yo sin tí en esta noche innata, donde mi mente anhela tenerte y descubrir la magistralidad de los instintos desenfrenados?
A veces quisiera..., pero hoy no lo soy...