Palidece la madrugada
y se lleva en los bolsillos un montón de preguntas,
puede que algún día regrese y me las responda,
puede que se olvide del camino, de las velas y del vino.
Veo el amanecer desde mi balcón lleno de flores,
de nuevos deseos, de ilusiones,
pienso en lo lejos que llegaron mis pies,
lo lejos que estoy de casa.
Puede que un día quiera volver
o quizá me pierda en el camino
como lo hizo la madrugada al amanecer.
¡No importa!
La madrugada me robó el dolor,
no sé por porque lo hizo, pero no me molesta.
A lo lejos diviso un puente
que se libera de la neblina
y comienza a resplandecer
con la fuerza del sol
que lo choca por accidente.
Caravanas de autos desfilan con celeridad
y la madrugada termina de irse
dejando una estela de recuerdos borrosos.
¡Así es mejor!
Ahora el amanecer arrullará mis dudas
para por fin poder dormir.
Paulina Dix