Caminos de la vida que ofrecen rosas
Las mismas que queman con sus espinas
Se van haciendo en el andar y en el soñar
Puros, excelsos en su vaivén sonoro
Caminos que no ofrecen seguridades
Alejan la barca de la orilla para navegar
La marea los envuelve con su encanto, lejos, lejos quedan ya
Ya no se avistan en el horizonte, bruma sólo queda
Las pisadas que los recorren los danzan también
Unas veces ligeros, otras abrumadores
Caminos de la vida que ofrecen frutos
Los mismos que se marchitan al pasar
Caminos pausados, caminos fortuitos
¿a dónde conducen sino al mismo lugar?
El destino migra, sólo queda el camino
Sólo uno, sólo en la soledad
Senderos que se viven en silencio
Entrando en la abrumadora admiración
Se caminan despacio, eternos amigos del tiempo
Ése que no regresa, ese que al nombrarse se va
Esperanza de continuar viviendo
Deseo que impulsa y retrocede
Caminos que engañan y que hieren
Esa vida que invita y los pies que la aguardan
Quizá es la confianza en el puerto de arribo
O tal vez la certeza del viento que eleva anclas
Algo conduce al camino mismo, algo lo eleva más allá del cielo
Caminos de fe, caminos que embellecen. Es el alma que sigue andando.