Fabricio Terán

Grave

Ay, que tardes, hermosa…

Ay, ¡qué noches más tristes!

Mis ojos son como un pueblito lejano

a donde solo llegan novias a morir…

Nunca estuve tan grave;

¡hay olor a rosas abiertas!;

hay una alborada…

chapada de luna y melancolía.

Ay, el alma escucha campanas

y cuenta palomas de niebla;

el sentimiento me reboza

como un caserío

verde junto a las nubes;

¡ay!, y no se alivia mi pecho

enamorado de ti

como mil jaras sedientas.

¡Ay, no me moja tu río!,

¡qué distante está!,

de mis inquietas lagunas,

de mis estatuas de sal...

Ah, y la lluvia temprana de tu beso

fresco, limpio, dulce –que sana-,

ay, cómo la quiero, sabes,

fluyendo dentro de mí.