India y negro se encontraron
En una merienda castiza,
Él esclavo de una blanca
Ella encomendada de un mantuano.
De aquella sonrisa indígena,
El negro quedó prendado.
Con la fuerza de sus brazos,
Ella ansió vibrar entera
Sus pies encadenados y sangrantes
Condenado a trabajar siempre,
al abrazo del cruel látigo,
Y allá en la casona oligarca
Estoica servía ella, obligada a ser amable
Por el resto de sus lunas
¿Cómo podrían verse y amarse?,
Libres quieren ser, estar juntos es su anhelo
Vivir en un mundo nuevo
Donde el color de piel no exista,
Allá no hay dueños, ni propiedades
La libertad es el aire de todos
Es el gran reto unir el cacao y la marula
Crear el divino elixir
Que los lleve a dimensión lejana,
Allí no existen indias ni negros,
Solo el amor, en armonía manifestado.