En mi afán de escribir, de ser poeta
irremediablemente bella te apareces
y te hundes en mi vida muchas veces,
veloz y dolorosa cual saeta.
Cuántas noches en ti marqué el destino
de toda aspiración, de todo anhelo;
te adheriste a mi vida como al cielo
suele hacerlo el ocaso septembrino.
Ni he podido librarme de la tarde
que fue toda de luz y de poesía,
ni de aquella fogata en noche fría,
que en lugar de extinguirse ¡canta y arde!.
Te aprisionan mis manos, sin tenerte
y tú no te das cuenta, cuando dejas
perfumadas mis flores, pues te alejas,
creyendo que en el mundo haz de perderte...