Tengo tantos nudos desabrochados,
que hasta el oxígeno de mi sangre
huye de este cuerpo para desangrarse afuera.
Se cierran los poros de mi piel en cada sueño
sin versos a los que culpar...
y no queda ya tinta en la mirada del recuerdo.
Solo fuimos aves que no supieron volar juntas.