Ardeme la mordiente duda cuando
a pensar me pongo en el Ente-Ser.
Me adentro hondamente -no se ve-.
Atado a la cadena voy pensando...
No logro desenmarañar ni ver
lo que habrá tras los ojos de le Fe.
No deseo a ese Dios de madera.
Dios de procesión, Dios de sacristía,
Dios de iglesia, no, que ahí no lo está.
No creyente yo, echado en la ladera,
viendo nacer el arrebol del día,
el Más-Allà tumbado esperará.
(Salvador)