La vida me tiene exhausto.
No en tramos, en eternidades.
Y todavía se sorprenden
si pido felicidad por estas navidades.
Las luces navideñas se encienden,
mis ganas de vivir no.
Pueden cantar villancicos,
yo seguiré cantando requiems y baladas,
a mí un calendario no me cambia los humos.
Si las lágrimas son saladas
quizás sea para que maten de sed si las bebes.
Para así liberarte de este tormento
al que llaman vivir, al que llamo sufrir,
al que quiero eludir
pero no es el momento.
Las salidas de emergencia son de cobardes.
De cobardes está lleno el cementerio
y el cementerio es mejor pisarlo tarde.
Aunque hablando en serio,
no hay cobarde más cobarde que yo
y por eso no me atrevo
a pararme el corazón.
Aunque sea el mayor lastre,
aunque haga que me arrastre
sin ninguna motivación ni ilusión.
No me atrevo.
Aunque como a Miguel me sobre,
no me atrevo.
Supongo que porque en esta vida
la vida es lo único que tengo.