No es necesario que me extrañes,
ni hace falta que rompas más promesas,
mi vida sigue estando lejos de tu piel
en un lugar,
que te echa profundamente de menos.
No es necesario,
amor,
que me leas,
sabes por demás
que estábamos hechos
el uno para el otro.
La poesía,
siempre ha sido un pretexto para tenerte
aquí,
entre mis manos,
entre mis labios.
Hoy me sabes diferente,
un tanto ajena,
y quisiera odiarte
por tanta nada que albergaste en mi pecho.
Maldecirte
porque te fuiste,
pero sigues aquí.
El cuerpo se me llena de recuerdos
y de escamas.
Y sí, lo sé
ni siquiera tengo que intentar ser poeta,
jamás lo quisiste del todo.
Pero carajo
dejaste tan pocas palabras que no hablan de ti
que es difícil escribir
y no resulte un bello vestido a tu vacio.
Recuerdo que prometiste
en algún momento,
bajo el frío de las farolas,
que nunca te irías del todo.
Y bueno,
debo reconocer que cumplir
se te da muy bien
aunque no sea tu intención.
Ojalá
pudieras mirarte dentro de todo esto
así como te miro yo.
Te enamorarías aún más de ti
y un poco menos del mundo.
Te lo aseguro,
pero aún con todo esto
no es necesario que me eches de menos.
Hace tiempo deje de ser el genio
que velaba tus deseos,
hoy no tengo nada que cumplir.
Por eso apresuro mi caminar
y bajo mis ojos hasta los talones ajenos.
Por si un día
se te da por aparecer de repente
como una puta casualidad
y se te ocurre sonreír.
Por si un día
se te ocurre
que doler no es suficiente
sin un poco de esperanza nula.
Pero sobre todo
sepulto la mirada
en el calor del pavimento
por si en el trayecto olvidas aquello
“del adiós y para siempre”
y se te ocurre pasar
prendida del brazo de alguien más.
No es necesario,
no lo necesito.
Aunque tropiece
y se me caiga la nostalgia
en algún drenaje
donde también se encuentre mi deseo.
No es poesía
ni mucho menos una súplica.
Esto es
tan solo una excusa
para de vez en cuando
sacudir los recuerdos
y apagar el invierno.
Ese tan eterno
que olvidaste en mi cama
el día que te marchaste.
©NicolásRangel/Reservados todos los derechos. Diciembre, 2016.