Una de cal y otra de arena,
sin saber cual es la buena
escogí mi condena;
con mi puño y letra
firmé mi sentencia,
mi muerte y mi pena.
La verdad no peca,
ni pica ni vuela
como pájaro que en jaula entra;
pero soy de otra madera,
la cara oculta de la moneda
con la que viejas entrenan su cuenta.
Así, solo así, la novena
me suena como triste esquela,
como silencio de vela;
sin viento en mi vela
soy naufrago de bañera
mientras se congela nuestra última cena.