Conocí un hombre avaro
deseoso del dinero
que siempre lo amontonaba.
Jugaba a ser financiero
fiando grandes cantidades
con intereses excelsos
y nunca perdonó deudas.
Se privaba de alimentos
y otras cosas necesarias
se mudó de palaciego
por un pequeño pisito
siendo el ser más opulento.
Nunca regalaba nada
ni socorría con hechos
Tuvo su alma negra y triste
y era un mezquino usurero.