Recorro cada silencio,
respirando los recuerdos,
en el tupido desvelo,
del sueño de mi niñez.
Cuando el abrazo y la risa,
olian a hierba mojada,
sobre el agua de los charcos,
jugueteaban los pies.
Cuando el chispeante fuego,
hacia arder la lena,
en la chimenea caliente,
en el rincón del hogar.
Alrededor las historias,
recobraban vida propia,
contadas con la paciencia,
del sabia contar.
La curiosidad y asombro,
nos acompañaba al catre,
y a nuestra mente infantil,
invitaba a soñar.
A la mañana siguiente,
la nieve cubría el paisaje,
el chocolate caliente,
te esperaba al despertar.
La vida era diversión,
juegos, pura fantasía,
un mundo abierto en las manos,
disfrutando un nuevo día.
Hambre y ganas de saber,
lo que ocultaba el secreto,
en un capullo cerrado,
que solo se abre al crecer.
Dolores Egea(Lolaila.)