La tristeza desempolvo
los versos de mi armario roto,
quienes huyeron libres con asombro
dejando con antojo mí desconsolada alma
que en sus lembranzas todavía no alcanza a borrar,
los tallados del cincel de su corazón.
El viento se llevó el polvo, lo borro por mí;
con el quizás mi suerte fue anulada
y la mente aún más enredada.
El armario de mi corazón todavía sigue sin coser,
derrama ese ropero de adiós
que dejaste sin planchar,
por ese agujero que como tres de ti caben.
Me di por vencido contigo
coser el roto en el armario fue imposible,
lo agrandaste, te tiraste mi vida,
y las ganas de seguir de clamando poesía.
No pensé llegar a esto,
solo no sirvo para despedidas,
no sé cómo sabía que seguro hoy
te estaría escribiendo poemas tristes
y de nuevo llenando mi armario roto.