Coquetea la mandrágora divina
entre las fases de su febril incertidumbre,
intenta creer que contamina
al corazón que le anida,
en su ceguera presenta sus espinas
cual saetas encandecidas,
ya sus olores tampoco dominan
al tañer de sus cantores,
solo desea migrar a falsos sabores,
confusos amores...
Cual mariposa escondida entre arenas,
entre arenas movedizas
que la envuelven en dolores;
acostumbrada a la mentira
tiñe de fobias su alma,
pintada de un lienzo que la acaricia
se mutila entre acuarelas,
y entre nubes ficticias
va propagando su fina estampa.
(victolman)