En apartados monasterios vacíos,
donde hace tiempo no habita un alma,
donde la sombra te invita a la calma,
por donde pasan de largo los ríos.
Ningún lugar para los amantes,
como una antigua y apartada ruina,
allí solo reinas tu y la mujer divina,
como techo el cielo y sus estrellas brillantes.
Voy camino del santuario,
a reunirme con la diosa,
me espera con todos sus encantos.
Este es mi solo ideario,
venerar la piedra preciosa,
réir y olvidar todos los llantos.