Suenan en lontananza las campanas,
Desfile de cadáveres sin fin;
Restos de una batalla torpe y ruin:
El sangriento sudor con que te afanas;
Se escucha el despertar de las mañanas,
Se expande en el infinito y gran confín,
Armonioso y sonoro serafín,
Anunciando la voz de horas tempranas;
Ya todo se acabó, no habrá salida
Del hombre fracasó, loca aventura,
Se acerca aquella hora homicida;
Yo sé que todo fue vana locura;
Que toda la esperanza está perdida,
Y sólo quedará lo que es ternura…