andrea barbaranelli

En las ciudades desiertas

En las ciudades desiertas, a la hora

que el sol se pone, es posible

darse cuenta de cómo el incendio avanza

irresistible

hasta los últimos pisos.

En las ciudades desiertas,

a esa hora,

es posible

acostarse en la vereda y mirar

el cielo volcado. No digan

que no es posible esperar

que no hay nada que esperar.

Un perro ladra

emparedado en el desván.

Me he visto

pasar

en forma de rata

de una alcantarilla a otra,

rozando el muro.

Muchos los signos de los tiempos que vendrán.

Los diarios

traen las necrologías de mañana.

Cuando falta la luz,

en los sótanos,

las líneas de plomo se confunden. No digan

que la espera

no será gratificadora

(gratificadora y grata).

De estos treinta años quedará

un dedo de polvo

en el piso de las habitaciones.

Ayer hoy mañana:

¿respecto a cuándo?

Un dedo de polvo.

 

El ratón ha hurgado sin parar.

Los estratos se han confundido.