En las ciudades desiertas, a la hora
que el sol se pone, es posible
darse cuenta de cómo el incendio avanza
irresistible
hasta los últimos pisos.
En las ciudades desiertas,
a esa hora,
es posible
acostarse en la vereda y mirar
el cielo volcado. No digan
que no es posible esperar
que no hay nada que esperar.
Un perro ladra
emparedado en el desván.
Me he visto
pasar
en forma de rata
de una alcantarilla a otra,
rozando el muro.
Muchos los signos de los tiempos que vendrán.
Los diarios
traen las necrologías de mañana.
Cuando falta la luz,
en los sótanos,
las líneas de plomo se confunden. No digan
que la espera
no será gratificadora
(gratificadora y grata).
De estos treinta años quedará
un dedo de polvo
en el piso de las habitaciones.
Ayer hoy mañana:
¿respecto a cuándo?
Un dedo de polvo.
El ratón ha hurgado sin parar.
Los estratos se han confundido.