Este pálido dolor que adivino en tu mirada
se asemeja a esos huecos de mar, albinos,
que, como orillas desnudas arañan el alma.
Aquí, en tu palabra, ha encontrado mi pupila
tu jerga que apostilla con su lábaro
en la cima desafiante del verbo,
(asoma un vendaval en los campos de trigo)
con las cortinas tupidas de silencio
acabo de heredar desasosiego.