Diaz Valero Alejandro José

Una historia real en tiempos de navidad

 

Siempre humilde, sencilla, buena gente y tan amorosa con las pocas personas con las cuales se identificaba. La parquedad fue su escudo, con el cual demostraba lo férreo de su personalidad, con ese contraste hermoso de seriedad auténtica en sus actos, a lo largo de sus ocho décadas de existencia.

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Amante del abrazo fraterno y de la palabra justa y oportuna, no así de fiestas suntuosas ni de grandes  y escandalosas reuniones.  Así fue su vida, lo entendí siempre. Así fue su muerte, lo entendí después.

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Partió a su viaje eterno un veinticuatro de diciembre, pienso que buscando que su féretro estuviese rodeado de las pocas personas que marcaron su vida.. Y así fue.

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Mientras la ciudad se impregnaba de alegría navideña con la algarabía típica de esas fechas, ella dormida frente a la pocas personas que velaban sus restos mortuorios, se fue para siempre casi que inadvertida, como tal vez lo soñaba.

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La vi amasando sueños

multiplicando sonrisas

sin el menor desmedro

de sus intenciones bonitas.

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Silencios por respuestas

y palabras precisas

eran las flores modestas

de aquella viejita.

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Discreta y parca

amorosa y tierna

fueron de su alma

nobles emblemas.

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Inmerso en su recuerdo

un dolor lacerante

me estruja y lagrimeo,

tan solo al recordarle.

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Con sus pétalos abiertos

la florecita hija del verano,

reina junto al silencio

que le brinda el campo santo.

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Autor: Alejandro J. Díaz Valero

Maracaibo, Venezuela