A mí no me duele verla recostada en otros brazos, no me dolerá ver sus labios sobre otros besos, ni siquiera hay dolor si comparte su felicidad con alguien más, usted no es de mi propiedad, y soy un hombre que le desea lo mejor.
Porque usted cuando llegó era ajena, porque cuando a usted yo la bese, era ajena, y precisamente, supe entender eso, y marcharme en el momento adecuado, porque me dolió verla así, tan ajena.