…UN CABALLERO DE ESPAÑA…
Que frente enhiesta brillando sobre ideas fantásticas de locos y sobre locos ideales…Que gesto orgulloso y desafiante…Que ni Sir Lanzarote del Lago fuera…Y no lo era…Porque era Don Quijote con la lanza presta y su atropellada fiera. Que porte tan triste el caballero…y que irrespetuoso y garboso su gesto ante fantasmas y gigantes. Que ojos negros y terribles para la mirada del justiciero…Que sudor noble está quemando la flacura de su frente…Que espada con acero de Toledo está brillando en tascas y palacios, en sierras y llanuras, con soles y con lunas, de manos de un valiente. Que angustia y que estupor en el alma de… La Mancha…, la española, y que dolor en las derrotas más fuerte que el dolor. Que saliva amarga para las noches y los días de la burla derramada…Cuantas almas estarán contemplando el coraje inútil de la lanza en embestida. Que dolor cuando muerdan las culebras miserables de la befa y el desengaño.
…¡Está tan fría la noche!...¡Esta tan triste el Caballero!...¡Está tan negra la Luna!...Y está abierto el pozo del sepulcro.
Se fue al cielo de los caballeros donde moran las mujeres que amaron a los dignos y valientes, donde reina Arturo de Camelot y donde el hombre de España tuvo su lugar entre Sir Galahad y Sir Gawain en la mesa redonda para la eternidad , del mago Merlin, de la decencia, del coraje y del honor.
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