Una tarde plomo
con olor a llovizna
al balcón de tus ojos
se asomó una sonrisa.
.
Al balcón de tus labios
se asomó también
el sonreír manso
con olor a mujer.
.
Que bellos balcones
tiene tu fachada,
pregunto ¿Qué esconden?
Y me dices: ¡Nada!
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela