Que haya un trece brotado, no alcanza;
porque supersticiones
son solo bocas sin rostro, loca finitud.
Si es bueno, si es malo,
radica en la conciencia, sobre la piel del pavor.
Un día no es más que un día y el número no vive;
solo en la palabra la gallardía de un poeta.
No hago caso, no me intimidan un segundo
las mandíbulas que alberguen presunciones,
ni quien las tenga en su mano