El sufrimiento visceral
me provoca una alteración
en lo profundo de mi eje.
El psiquiatra aferra sus diagnósticos
a las voces que acompañan mi pereza
pues son ellos lo que me obligan a actuar
de cierta u otra manera, en medio del camino
me encuentro con estas voces
que dictan las acciones de mis actos
me tranquiza un poco
porque aún no he matado
pero ¿seré loco acaso?
Necesito más cerveza y mujeres
para aplacar los demonios de mi yo interno
no puedo terminar muerto
por eso termino rogando por sexo
o tan solo un alocado beso.
Suena estrafalario este corto relato
pero el verso es sincero
como el sonido del viento
al chocar con el ramaje del sauce llorón.
Locura interna y externa
me llevan siempre a la borrachera
de mi consulta siempre ah una cantina
esa es mi bendita rutina
historia de un loco
que termina muerto por un corazón roto.