Vibrando en cada poro de mi piel,
en cada célula que gira en mi universo,
eres la brisa sideral,
que inventa juegos al pasar
y me conduce a la edad perdida.
Somos ríos que discurren
hacia lagos encendidos,
remolinos fulgurantes sobre un mar de fantasía,
enlazados para volver a ser niños.
Te acercas por un camino sin final,
piedra sobre piedra calcinada;
tomo tu mano con fervor
en los peldaños del amor,
y juntos celebramos un rito milenario.
Nos fundimos como metales
en la arena suavizada
por el roce tenue de tus pasos encantados,
mientras tus labios murmuran una plegaria.
Te abrazo, el mundo ya es de los dos,
y somos uno en el prodigio de la tierra,
un sueño, una verdad,
la luz que inunda el corazón
y nos guía hacia lo infinito.