Estoy perdido. La pequeña llama que iluminaba mi leve esperanza se ha extinguido. Las frescas gotas cristalinas que calmaban mi sed de amor, se han agotado. La solferina luz que plácidamente convergía junto a mis pensamientos se ha desvanecido.
Ya no soy el mismo. Todo mi ser gira en torno a mis años, tratando inútilmente de hallar una razón, un porqué que justifique este momento. Algo a que aferrarme para no desmoronarme y caer en el vacío. En este negro abismo por el cual me precipito.
Siento la impotencia de no poder tenerte. Y no me resigno a perderte para siempre. Eres única, quien necesito a mi lado, quien puede dar calor a mi cuerpo, y también a mi vida.
Quisiera francamente que supieras que te amo; y sin embargo, ¿Qué tendría de lógico que alguien a quien apenas conoces te ame con toda su fuerza, con toda su devoción? Nada, realmente nada. Pero doy fe de que así es. Que he postergado mi confesión por no haber vencido esta timidez. O tal vez, por caminar al ritmo de mis sentimientos, y no vivir al tiempo del oportunismo, del costumbrismo. Teniendo por aliada la hipocresía, como muchos ignorando lo que su corazón siente hacen.
¿Qué cambiaría en ti si entendieras que te amo? Que mi pena se ahoga en un sollozo cada vez que pienso que te he perdido mucho antes de tenerte. Que nos hallamos separados por un destino empecinado en negarme la posibilidad de amar como quizás nunca pueda hacerlo ya jamás.
Me siento vacío, hueco, incapaz de encauzar mis pensamientos. Por momentos me siento igual que una roca, inexpresivo, endurecido, y sin embargo, algo me mantiene latente, vivo. Se que es mi fe quien se empeña en prolongar este momento de sosiego.
Ahora solo quisiera no haberte conocido, pues así quizás, no existiría esta tortura cronológica de cada día al enfrentarme a tu mirada. Y tus ojos que aún hoy síguen pareciéndome ansiosos. Me consume como brasas a un trozo de madero, que lentamente se desvanece sin poder evitar ser testigo de su propio dolor.
Te quiero no importa que grite de bronca. Te deseo por sobre todas las cosas. Nunca podré olvidar tus ojos, tu piel, tu sensualidad. Por siempre te quiero, y si en alguien pienso cada día al abrir mis ojos es en ti, y si con alguien sueño al cerrarlos, También eres tú.