Luces me trasladan al otro lado del infinito.
Noche estrellada, luna azul, caballo indirigible.
La mirada que veo es la amorosa que cargas
esos ojos bañados del universo perfecto,
me iluminan el viaje de la vida indeleble.
Vamos a comer dos mundos solo por costumbre,
digamos millones de vocablos en la podredumbre,
seamos vagos galácticos sin reconocer a la muerte,
respetando los detalles intrascendentes
en los tiempos futuros que libres nos hacen fuertes.
Nada de búsquedas en las oscuras burbujas de la galaxia,
que la asfixia no nos llegue con su triste hipocresía,
mejor volemos por los colores finos y empapemos nuestra alegría.
Escapemos de la niebla que nos acecha en la pobreza,
olvidemos las complicaciones, pues el universo regala otra esperanza,
nos concede el permiso de traspasar los límites del cosmos y su simpleza.