Preciosa niña, ¿a donde van tus ojos?
¿que horizonte los lleva prisioneros?
por qué, esa boca, no grita
con la fuerza, ¡de un te quiero!
Y que los tiempos regresen a verte
en remolino potente y sin fin
llevándose mis letras, cegando mis ojos
dejándome anonadado, sin palabras
detenido, sin camino
sin poder seguir el derrotero
de los petreles...
sin retornar a las costas
generosas de tus manos
hundiéndome en la mar
donde las preciosas sirenas
acunarán mi muerte
lejos del amanecer
y de tus ojos.
Crees haberme dejado en el olvido
y estoy dentro de ti
desde los ojos, te veo
frente a los espejos
con brillos en el mirar
tus labios inconscientes
juegan con un beso, que es mío
y las manos, mis manos
acomodan las telas
que cubren, el cuerpo amado.
Estoy dentro tuyo
inundándote de amor.
Esos ojos que fugaron el mirar
dejándome tan solo
tan triste
que te fuiste sin más
por el camino de la distancia
sin saber
que al dejarme allí
mi alma te seguía.
Ahora
me llevas prisionero
en la cárcel del amor
en el cuerpo amado
en tus ojos
en cada beso.