La fantástica ironía de la realidad,
que ni siquiera ansié soñar!
Ahora tú abres la puerta,
de la mano me quieres llevar.
Por qué para ti escribo mis versos?
Caudales de pasión desenfrenada,
piadosas plegarias de fluidos secretos,
navegan en crepúsculos de luz encantada.
¿Será que debo despertar?
Profecía de mi sosegada realidad.
Ansiedad que te busca sin parar,
impasible antojo que la ciénaga abraza.
Por qué tu ausencia me aniquila?
Fantasía eterna de una distancia letal.
Ya disipado el cuerpo se margina,
en las aguas profundas del ego mortal.
¿Será que debo esperar?
A mi consorte que ha cautivado mi corazón.
Realidad de una quimera,
que ni siquiera ansié soñar.