Escucho tu alma enajenada
vagando en la prisión del desvarío
desvanecida sobre el suelo frío,
exánime, lívida y desolada
Siento tus miedos en la madrugada
que me invaden cual corriente de un río
arrastrándome con intenso brío
hasta una tumba de pena enterrada
Sorbiendo de tu alma la locura
como Drácula toma de alimento
la sangre, yo tomaré tu amargura
horadaré hasta el fondo en tus tormentos
colmando tus órganos de ternura
y tu calavera de sentimientos