Renunciar...
Renunciar a mi piel, a mis huesos, a mis carnes.
A mis placeres que rondan mis sueños.
Renunciar a la sensación de amor, a tus besos...
A mis deseos de tus besos: a mi amor.
Renunciar a los ruidos de mis zapatos en el camino,
(quiero sentir mis pies contra la tierra)
la ceniza y los bailes, quiero sentirlos y luego recordarlos.
Y renunciar a mis recuerdos: de melancólicas aguas, de alegres vientos...
Cuando siento mi tristeza escucho Blues
Y cuando veo que sonrió (o me sonríen) escucho Jazz,
muy en el fondo del laberinto, suenan mis poesías.
Renunciar a la música, a los rincones, a los espacios abiertos:
al paisaje de la tierra; de día, de noche o en la lluvia
(contra la ciudad es hermosa y quiero olvidarla)
Quiero renunciar.
Quiero saber que queda de mi cuando todo se haya muerto.