Se llegó a este punto poco a poco, con el tiempo
todos lo fuimos tejiendo, como que no y que sí
pensando que el olvido no crecería de esta forma,
quebrando los puentes, cortando nuestros caminos.
Uno tras otro fueron pasando los días y los meses,
ocupados en escalar los precipicios, sobreviviendo,
resistiendo agudas lanzas que empujaban al abismo.
Caminando, arrastrándonos, buscando tener destino.
La vida se nos fue acabando, buscando tener una,
cada uno con la suya, inconexas y distantes
con este gran abismo que tenemos colindante
profundo, oscuro o inevitablemente necesario.
Tomamos un café en el centro de este precipicio
hablamos de tiempos lullidos, mezclados, confusos
Recordando futuros, planeando pasados, sin presente,
hablando nuestro lenguaje de nostalgias y disimulos.
¿Cómo se pudo llegar a este punto sin sentido?
¿Habrá sido sólo asunto de cantidad, de tiempo,
o fue que vinimos a la vida por la misma madre
y con los ojos puestos en distintos caminos?
Cada uno de su lado, y a cada paso más lejos,
con este precipicio que crece frente a nuestras vidas
gesticulando en la niebla de los tiempos idos
intuyendo que los otros viven y tienen rumbo.
¿Quién sabe si esto es un tema tuyo y mío?
o es algo que también les pase a toda la gente
quizá es el fruto de dedicarse tanto a sobrevivir
y se rompieron los hilos que nos unían el alma.