Cual éter volátil, parte la tarde en su ocaso
cuan gotas de rocío, por la lluvia espantada
en silencio penetran, por mi ventana crasos
recuerdos de lujuria, venidos de la nada
Luceros del cielo, que ante mis ojos murieron
estrujando tu faz, goce reconocimiento
colina de chatas, tus fosas olfatearon
nuestro cuerpo se deleitó sin remordimiento
Las cerdas de tu pelo, jugaron en mis manos
tus mejillas rosas, el anverso sus caricias
colinas de boca, fluían néctar aciano
tu garganta gemía, gozando de avaricia
Tus colinas pectorales en agitación
mientras manos y dedos descubrían tus zonas
deleite excelso táctil latir tu corazón
crucé límites, muslos colinas guapetonas
Que enlazaron mi cuerpo, con firmeza y pasión
se unieron brazos dichosos tenazas de acero
cintura libro abierto, sapiencia en la ocasión
se fundieron nuestras almas, con afán y esmero