Amor, en esta noche interminable
de horas y vanidad, en tu figura
resplandeciente se encontró lisura
derramada por un fragor loable.
Y fuiste excelsa; hasta mis dos muertes...
Amor, en esta noche soy guerrero
del tiempo azul, a faldas de un otero,
que protege tus dos murallas fuertes.
Mi corazón que pasa por el tuyo
a través de tu sangre y de un latido
de aurora, se solaza cuando intuyo
que retornas pendiente desde un hilo
echando al viento del norte un quejido
que dice: «¡Eres la noche en un sigilo!»
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David John Morales Arriola