La lluvia tibia cae en París, guardas
con seriedad, triviales formas sosas.
La catedral del pueblo... Noches briosas
cuando ceñimos pasos de bastardas.
Estas pupilas vieron qué resguardas
en esas marcas duras, tablas liosas...
Pensé mentir. Decir:- ¡Oh...qué preciosas!!
Mas tan pequeñas fueron manos pardas...
La siempre viva luna, dulce canto
reluce como fuego, si Gioconda
sonríe en cuadro rojo, frío llanto.
Me intriga esta figura por la honda
expresión. Me provoca serio espanto.
Haré que su mirada me responda!...
Amalia Lateano
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