A la métrica de su oberol se sumaban
la bandida de poemas, las cuerdas
de su falda se desataron descubriendo
su voluntad, la mariposa enrrollada en
el pincel, cicatrizaba los bostezos de la luna.
En ese inútil solsticio que son las alas,
la mariposa franquea su nebulosa ante el universo.
Pero era inutíl olvidar sus lamentos,
la noche era extensa y era única,
el azul ya dormía bajo sus patas,
ella entre el gemido levantaba su torso,
y entre un alarido de melancolía, amordazaba
la erección del cielo, y era egoísta,
se ocultaba en el suspenso de la rama.