3, 2, 1.... Feliz Año Nuevo!
Sentado frente al televisor, mirando distraído una antigua grabación de celebración del Año Nuevo, levanto mi copa de vino, cierro los ojos y aspiro profundamente el aroma de leves tonos frutales que me regala este néctar divino, y siento que mi mente vuela, en busca de los recuerdos vividos...
Un año mas, que cierra su ciclo. Y lo primero que pasa por mi mente, es la pregunta: A quién se le ocurrió que debe de iniciarse el año el primero de enero y terminar el 31 de diciembre? Pienso en los romanos, la iglesia católica, las estaciones del año, los ciclos agrícolas, los ciclos... Todo en nuestra vida es un ciclo, y siempre hay una oportunidad para empezar de nuevo. Eso lo entendieron muy bien nuestros ancestros...
Tomo un buen sorbo, y paseo el líquido espirituoso por mi boca. Las sensaciones que desencadena son mágicas, imposibles de explicar, pero agradables, muy agradables. La combinación con los olores me trasladan mágicamente a un bosque de otoño, con sus luces, sus sonidos, su suave llovizna, los cantos de las aves, el crepitar de las hojas bajo los pies. Un suave calor recorre mi cuerpo, y ahora siento la música de los violines que me embriagan por completo...
Es el genio Rieu, con su Stradivarius, tocando el tema de Romeo y Julieta. No creo haber escuchado jamás música más romántica. Y nuevamente pienso en este año, que tuvo de todo, alegrías y penas, éxitos y fracasos. Y sobre todo pérdidas. Una pequeña lágrima rueda sobre mi mejilla, al recordar el momento que fue tu partida. Ya no estarás mas conmigo, mi viejo, y la herida aún está abierta, y duele, duele mucho...
Apuro otro trago, ya casi no siento los aromas ni los matices, sino solamente ese embriagante calor que nutre mis venas. Tantos proyectos, tantas cosas emprendidas, muchos éxitos, también fracasos. La casa, los hijos, los viajes, el trabajo. Hay tanto por hacer, y siempre te ha faltado tiempo, para siquiera descansar un buen rato.
Sonrío. Ahí estas, a mi lado, mirándome curioso, esperando una sola muestra de cariño. Con suavidad acaricio tu lomo, y en respuesta me lames la mano. Este año llegaste a mi casa, y lo cambiaste todo. Vaya que lo cambiaste...
Salud, mascota! En este año llegaron muchas cosas buenas a mi vida, eres una de ellas. Y como olvidar el portal de poetas, donde pude al fin, compartir mis sueños, mis alegrías y penas, mis ratos de locura, y mis arrebatos de ira. Pude al fin, compartir mis letras...
A su salud, mis estimados poetas, en su honor, descorcharé otra botella de un gran reserva...