Imposible permanecer impávido ante esta obra. El mismo título ya te dice tanto “La Miseria”.
Me impresiona el rostro del hombre. Despeinado, descuidado.
Su mirada se pierde. Una mirada de desasosiego, de impotencia, de derrota ante una cruel realidad, su realidad.
Sus cejas arqueadas denotan preocupación y desilusión, al igual que su frente arrugada.
El peso de la miseria le curva sus hombros de trabajador.
Su ropa rota. No hay en ella ni pizca de color. Es gris, oscura, como la realidad misma. Su chaqueta está mal abotonada. Total, qué importa el aspecto cuando se está en el fondo del foso, hundido “in extremis”.
Una mano reposa al lado de su amada, la otra descansa sobre tu rodilla derecha.
Manos encallecidas que hablan de trabajo, de esfuerzo. Ahora yacen inermes. No hay contacto entre ellos.
A Su lado, tendida en una cama está ella. Por el rostro oscuro, sin expresión alguna, al borde de la muerte.
Un pecho descubierto. Ese pecho que, en otrora, fue signo de fertilidad, vida, pasión; ahora es signo de desolación y muerte.
Una sábana sucia y maloliente quiere cubrir su desnudez. Cubrir la poca dignidad que aún le queda.
Un lecho viejo, con sus hierros desgastados y oxidados por la humedad. Ha sido testigo silente de tantos que dejan este mundo. Muchos otros miserables han encontrado cobijo en ella y se han despedido de este mundo.
La cama yace en un rincón, no está en el centro de la estancia.
Paredes desnudas. Tres cuadros penden. Quisieran dar brillo, luz, vida, mas no lo logran, ni siquiera se puede apreciar quién o qué cosa representan.
Piso de madera, gastado por el pasar de los años y el descuido.
¿Un hospicio? ¿Un hospital de mala muerte? al menos ha encontrado un sitio donde poder yacer con dignidad.
Todo me habla de desolación, de pobreza extrema, de injusticia y desigualdad social. De esa impotencia que se siente al no poder cambiar el rumbo de las cosas. Tener salud, vigor, mas no tener un trabajo digno.
Dentro de poco celebraremos la navidad. Muchas familias sufren la pobreza extrema. Esta obra me interpela ¿puedo yo degustar los manjares Navideños cuando sé, que a pocos metros de mi casa, hay gente que no tiene ni qué comer? ¿puedo yo dormir tranquilo, sereno, teniendo mi barriga llena mientras otros mueren de hambre? Tendré el vértigo que produce una copa de más, otros el vértigo del hambre y la miseria.
Para mi Navidad es solidaridad, compasión.