Se acerca entre tinieblas
igual que una serpiente encantadora
que llega a mi existencia,
oliendo como rosas;
tentando con promesas exitosas.
Me envuelve con sus gratos
acordes, invitándome al gran baile
de éxitos y aplausos
adulones, amables.
Los pasos que recorre, el petulante.
Mendigo de alabanzas,
de elogios, ovaciones y me-gustas
vanidosas y fatuas,
perdido en una busca
ridícula, ostentosa, triste y absurda.
No precisa fingir
la rosa, cuando muestra su belleza
ni esfuerzo al esparcir
sus fragancias etéreas.
No pide que la alaguen, ni espera que la huelan
y se siente feliz, a su manera.
Cecilio Navarro P. 23/12/2016