Su alma invade un pensamiento
ante tanto sufrimiento
que lo ha acosado en la vida,
y tanta ilusión fallida
que se convierte en lamento
y en lágrima ya vertida.
El poner fin a su vida
la solución del suicida
y acabar con su tormento,
lo acosa el remordimiento
y se excusa ante la vida
con este razonamiento:
Solo halar el gatillo,
tan seductor y sencillo,
aunque pesa el percutor;
\"al cabo\", dijo un doctor,
\"no cuenta como suicidio,
tienes muerto el corazón\".