Ahí está, siempre colgada;
la pared en sus recuerdos
me traslada por el tiempo.
Mandolina.
Cual péndulo bamboleada
por el perpetuo viento
su respuesta es un sonido
de añoranzas.
Viejos valses
que mi padre me tocaba
me devuelven al amor
del hogar donde crecí,
al calor de estufa a leña,
al sabor de mate dulce,
al rezongo de mi madre:
no te vayas sin comer.
Dulces días de mi infancia,
mandolina y violín
¿repasaste la lección?
Qué mamá insoportable;
para qué si hay un picado
será lástima perderlo;
yo me voy a la canchita
el violín puede esperar.
Mi niñez, sólo un instante;
juventud, sólo en el alma.
Pero quedan los recuerdos,
viejas fotos,
melodías de antaño,
radio Prieto silenciosa,
mandolina
resonando en la pared.